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jueves, 28 marzo 2024

¡Esto es una pesadilla!

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En España la Constitución ha sido algo intocable debido a los miedos de los polí­ticos a modificar algo que parecí­a equilibrar España después de tantos años de dictadura, una norma fundamental que hací­a que España no se dividiese.

Esa norma fundamental va a ser cambiada, y esta vez sin miedos, o sí­, quizás uno, a los mercados y a sus efectos perversos dentro de nuestras fronteras. La élite polí­tica ha decidido que sea así­ y los partidos mayoritarios van a efectuar su misión neoliberal sin problemas, pues el referéndum es difí­cil que salga adelante ya que no interesa.

Es fácil decir que los españoles quieren esto o lo otro pero llegado el momento decisivo abogan por legislar a su antojo sin tener en cuenta al pueblo, ni tampoco a otras formaciones polí­ticas, que visto lo visto (CiU, PNV) solo quieren sacar tajada de la reforma.

La posición de la ciudadaní­a española está clara: NO sin mi consentimiento y desde luego, NO a esta `bajada de pantalones´, otra más después de la reforma de las pensiones, de la reforma laboral, del aumento del contrato de formación hasta los 30 años…

Las democracias actuales dependen en exceso del sistema económico y sobre todo de esa economí­a irreal, financiera, que maneja el capital y decide qué deben hacer los Estados. El conglomerado de bancos centrales y el FMI tienen mayor poder del que jamás hubiesen soñado y de esta manera esclavizan a la gran mayorí­a de la sociedad sin resistencia de los Estados, que se suponen garantes de su población y del bienestar que en ella se debe generar. NO es así­, la polí­tica pierde peso y las soluciones que un Gobierno puede ejecutar se desvanecen en esa atmósfera podrida del capitalismo actual.

El gran ejemplo lo hemos tenido en España, donde Zapatero ha usado medidas «requeridas » por los mercados para que la crisis se superase; crisis generada por el capitalismo, capitalismo salvado por los Estados, Estados esclavizados por el capital… ¡Esto es una pesadilla! Es como si el señor Freddy Krueger te rascase amigablemente la espalda por un leve picor, el resultado, desgarrador y sin sentido.

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