Mucho antes de que el daño cognitivo que provoca la enfermedad de Alzheimer se manifiesta, ésta podría ser diagnosticada según el nuevo trabajo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. Un descenso en los niveles de la proteína beta amiloide en el líquido encefalorraquídeo es la clave.
Dicha proteína es la responsable de los daños en nuestro cerebro que causan los efectos de la enfermedad ya que es la responsable de la formación de las placas seniles.
Otras señales como la caída del consumo de glucosa en el cerebro o la aparición de los primeros problemas de memoria no se pueden identificar hasta una década antes de que la enfermedad ya sea evidente.