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viernes, 19 abril 2024

Libia: El lejano oeste

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El Lejano Oeste trae a la mente ciertas imágenes: la frontera abierta, la belleza del paisaje, los habitantes exóticos que ocuparon la vasta extensión de tierra; toda esa propaganda romántica que durante décadas las películas y la televisión norteamericanas nos han mostrado. Pero, cuando analizamos más de cerca la historia, nos damos cuenta de cuán diferente es la realidad del Lejano Oeste como lugar oscuro e implacable: asesinatos, secuestros, desgobierno. La ley que imperaba en esta tierra era la del dominio de los fuertes sobre los débiles. Los civiles que tenían la desgracia de vivir allí estaban armados y trataban de defenderse como podían. Sin embargo, este relato somero de la historia del Lejano Oeste es la realidad cotidiana de mucha gente, no de la Norteamérica del siglo XIX, sino de Libia en el siglo XXI.

La región occidental de la Libia actual se asemeja al Lejano Oeste en muchos aspectos por sus características de oscuridad y carácter implacable. La vida cotidiana se ha convertido en una rutina de supervivencia, miedo a ser asesinado o secuestrado, además de la lucha económica, porque no existe dinero por la falta de efectivo en los bancos y por los precios exorbitantes de los productos de primera necesidad. Como el problema del flujo de efectivo afecta a todo el mundo en Libia, tanto las organizaciones criminales como los individuos recurren al chantaje para obtener efectivo. Cualquier persona se puede convertir en objetivo, desde empresarios adinerados, pasando por personas que hayan vendido una casa, hasta los hijos de una familia con dinero.

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Una de las zonas más afectadas en la región occidental de Libia es Al-Ejelat, una ciudad situada al suroeste de Sabrata. Siempre ha sido un semillero de delincuentes y una puerta de entrada de la droga por su proximidad a esta ciudad fronteriza y al desierto abierto en el sur. Las cosas empeoraron aún más desde la caída de Gadafi. La situación se volvió más caótica cuando la ciudad se unió a la operación Dignidad del general Hafter y con la llegada de la brigada Arouba, a cuyas filas se habían unido antiguos partidarios de Gadafi. Como consecuencia de todo ello surgieron enfrentamientos entre Al-Ejelat y sus vecinos de la costa. La región se trasformó en un lugar en el que nadie que no fuera de la zona podía entrar. Así pues, cuando el último día del mes de abril se supo que dos habitantes de Sabrata habían desaparecido en una carretera próxima a la frontera con Al-Ejelat, la mayoría se temió lo peor. Bilal y Farhaat Zahmool, unos jóvenes primos de Sabrata, sabían que no tenían que acercarse tanto. Empezaron a surgir rumores que fueron transformando las cosas: se hablaba de un control falso con el que se habían encontrado e incluso de un negocio de drogas que había salido mal. Nadie sabía la verdadera razón por la que los dos se habían acercado tanto a Al-Ejelat, pero la angustiada familia se mantenía a la espera con la esperanza de que se tratara de un secuestro por el que iban a pedir rescate.

En la ecuación hay un nuevo actor del que, al parecer, nadie habla. Se trata de los terroristas del ISIS que fueron derrotados en Sabrata hace algunos meses. Después de que Estados Unidos bombardeara unas instalaciones en la ciudad, el ISIS ha tratado de reubicarse subrepticiamente en la ciudad sin ley de Al-Ejelat y trata de poner en marcha una base utilizando la misma táctica que emplearon en Sabrata para establecer un bastión y conseguir ingresos en efectivo constantes.

La semana pasada se produjo una escalada cuando una unidad de patrulla de las milicias fue objeto de un intenso tiroteo cuando atravesaba en vehículo una zona residencial próxima a Al-Ejelat, llamada Youssif. La unidad consiguió escapar indemne y regresó a Sabrata. Como no querían dar muestras de debilidad en su propio territorio, la brigada Al-Madena y la brigada Al-Dabashi irrumpieron en el recinto residencial, que estaba vacío y no dista mucho de la refinería de gas de Mellith. Como no hubo resistencia, las brigadas siguieron registrando la zona y fue entonces cuando se produjo el truculento descubrimiento: los cuerpos de dos varones atados, degolladlos y tirados en el jardín de una de las unidades. Inmediatamente después del traslado de los cuerpos se supo la identidad de las víctimas. Se trataba de los dos jóvenes secuestrados diecisiete días antes. Después de llegar al hospital general de Sabrata, un familiar confirmó la identidad de los fallecidos y un fuerte sentimiento de ira recorrió toda la ciudad. Como represalia, familiares de las víctimas establecieron controles en la carretera costera y detuvieron a todas las personas que procedían de Al-Ejelat. La situación no se prolongó mucho tiempo porque los miembros más mayores de la familia Zahmool, junto con algunos notables de la ciudad, consiguieron calmar los ánimos y pusieron en libertad a los individuos que habían sido retenidos. Se trata del último acontecimiento en la larga saga de sucesos que se producen a diario en nuestras polvorientas y antiguas ciudades.

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