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sábado, 20 abril 2024
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Nuria Varela, asesora de Aído: Cerrar el Ministerio de Igualdad hizo que «el machismo ya no fuera vergonzante»

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Define la española como una «sociedad del simulacro» donde calan falsedades «como que todo el mundo quiere la igualdad».

La periodista, escritora y experta en violencia de género y políticas de igualdad que fue la primera jefa de Gabinete del Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído, afirma que la decisión de relegar aquel departamentos a una Secretaría de Estado cuando empezó la crisis económica «fue un error grave» entre otras razones porque a partir de ese momento, «el discurso machista ya no era vergonzante».

«Quitar el Ministerio de Igualdad en todos los aspectos fue un error, pero la batalla simbólica fue determinante para que el machismo se creciera y se envalentonara. Fue darle al adversario la pieza que quiere a cambio de nada», afirma Varela en una entrevista con Europa Press al hilo del lanzamiento de su último libro, ‘Cansadas’ (Ediciones B).

El trabajo, que desmenuza la nueva misoginia de la sociedad desde el punto de vista de la generación de mujeres que ahora ronda los 40 años, dedica un capítulo a aquel Ministerio de Igualdad, el primero y el único que ha tenido España, y del que Varela fue jefa de gabinete a su fundación y asesora hasta su extinción.

Asegura que «el descrédito vertido» sobre aquella institución «ha hecho retroceder al menos un par de décadas todo el trabajo realizado a favor de los derechos de las mujeres» y sostiene que con su desaparición, «el patriarcado se sintió crecido y los machistas, envalentonados», consecuencias todas estas que, a su juicio, persisten a día de hoy.

«El momento era adecuado. Nos tocaba pasar de la igualdad formal que se había hecho en la legislatura anterior con la aprobación de las leyes orgánicas de Violencia de género y de Igualdad, y tocaba desarrollarlas, tocaba hacer que la igualdad pasara del ámbito legal al cotidiano», explica.

EN CONTRA DEL MINISTERIO «POR EXISTIR»

Sin embargo, considera que las críticas fueron furibundas. «Buena parte de la sociedad y de los medios, porque se construyó un relato, se pusieron en contra sólo por existir en lo que empezó siendo una batalla simbólica: antes incluso de que tuviésemos mesas o equipo o gestión, ya teníamos críticas», recuerda Varela.

En su opinión, «ni la mismísima Simone de Beavouir podría haber sacado el Ministerio de Igualdad adelante» con aquel contexto que define como de «reacción» ante la posibilidad que se abría de alcanzar realmente la igualdad de género en España. «No hicimos nada que mereciese esa oleada de críticas. Surgió esa reacción porque parecía que podíamos conseguirlo», asegura.

«Ojalá –prosigue la escritora– hubiese habido un debate ideológico sobre el Ministerio de Igualdad y cada cosa que hacíamos, el problema es que el machismo tiene muy poca capacidad discursiva, y utiliza lo que se ha utilizado desde el principio del feminismo: la descalificación, el insulto, el desprecio. Simbólicamente el Ministerio frente a esto era muy importante».

Para Varela, «se generó un relato porque el objetivo era acabar con ese ministerio» algo que «fue tan fácil y rápido» porque la española es «una sociedad del simulacro donde el velo de la igualdad está presente, donde hay una corriente negacionista muy potente, la cultura de la violación está muy arraigada y que dice que quiere acabar con la Violencia de género aunque no es cierto».

LA SOCIEDAD DEL SIMULACRO

«La cultura del simulacro, lo que nos dice es que hay mensajes que han calado socialmente pero son absolutamente falsos. Uno de ellos es que todo el mundo desea la igualdad y no es verdad, porque hay una parte de la sociedad y no pequeña, cuya idea de organización del mundo es que las mujeres nos encarguemos del hogar y los cuidados», plantea.

La que fuera jefa de gabinete y asesora de Bibiana Aído, pone en valor que en ese contexto, se hicieran avances en áreas como la violencia de género y la trata de seres humanos, aunque considera que la medida con la que realmente se consiguió «cerrar el círculo» fue con la Ley de Salud Sexual e Interrupción Voluntaria del Embarazo.

«Hubo muchísima presión y conseguimos elaborar esa ley muy participada y con mucho consenso que ni siquiera volvió al Congreso, se aprobó en el Senado, porque respondía a una demanda social. Cerramos el ciclo porque los abortos bajaron (…) y porque cuando un ministro posterior quiso tirar todo ese trabajo, la sociedad lo había hecho suyo y hombres y mujeres salieron a la calle a defenderlo sin acordarse ya ni de quien había hecho la ley», señala.

«UN GOBIERNO HERIDO»

Pese a ello, con la crisis económica «en el partido y en el Gobierno se libró una fuerte batalla que ganaron los más conservadores» y el 20 de octubre de 2010 el Ministerio de Igualdad fue convertido en una secretaria de Estado dentro de Sanidad.

«Nadie imaginaba que iba a ocurrir y nadie del equipo se explica aún por qué ocurrió. No parece muy inteligente pagar el altísimo coste político de poner en marcha el ministerio para cargárselo antes de terminar la legislatura», dice el capitulo al respecto.

«Tampoco parece una buena estrategia –prosigue–, darle al adversario la pieza que quiere a cambio de nada, la pieza que en el fondo más le molesta, pues si algo diferenciaba los discursos del Gobierno socialista y de la oposición conservadora era precisamente la igualdad. Despojado de su línea social, despojado de la ideología progresista, ¿Qué le quedaba? Nada, como a si se demostró en las elecciones» .

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