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sábado, 20 abril 2024
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Patricia, hija de víctima de violencia machista: «Lo que más me marcó fue tener que vivir con el maltratatador»

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Patricia tiene 18 y está estudiando Periodismo y Comunicación Audiovisual en Madrid. Su vida ha estado marcada por la situación de violencia de género vivida en el seno de su familia. Su progenitor maltrató a su madre durante muchos años hasta que un día «casi la mata», afirma. Patricia tenía 6 años y su hermano 4, quien presenció la escena y estuvo tres meses sin hablar. Su madre decidió separarse pero el proceso no fue fácil y duró casi una década. «Lo que más me marcó fue tener que convivir con el maltratador y la desprotección institucional de esa convivencia que se supone que tendría que haber estado ahí», dice la joven en una entrevista con Europa Press.

De esos años de juicios, Patricia recuerda con horror los puntos de encuentro a los que no quería ir «me resistía todo lo que podía» y los psicólogos que «daban por hecho que mentía». Sin embargo, afirma que siempre fue fuerte «por su hermano».

Dos años después, con 8 años, hay un cambio de sentencia, les diagnostican un ‘Síndrome de Alienación Parental’, según el cuál, estaban siendo influenciados por su madre y su custodia es entregada a su padre. La custodia exclusiva del padre se prolongó tres meses durante los que no tuvieron ningún contacto con su madre por decisión judicial. «Durante ese verano nos amenaza con estrellar el coche con nosotros dentro, tuve que escuchar que era la niña del demonio, que iba a ir a un centro de acogida, y tuve que enfrentarme a unos psicólogos que no me creían», recuerda.

Tres meses después, su madre recupera la custodia pero los niños fueron obligados a un régimen de visitas que incluía 40 días al año de vacaciones y algunos fines de semana. Todo cambió cuando Patricia, a los 16 años, encuentra una fotografía del matrimonio en un diario y en el reverso estaba escrita la fecha de la última paliza junto a la frase, «te lo mereces», con la letra de su padre. «Cuando vino a por nosotros, bajé, le enseñé la fotografía y le dije que no iría nunca más. Estuvo dos horas allí hasta que vino la policía y cuando se lo conté al agente, me preguntó cómo era posible que tuviera que ir con él. Le contesté que la policía llevaba años arrastrándome», explica. Así logró suspender el régimen de visitas.

DESPROTECCIÓN INSTITUCIONAL

Hasta la entrada en vigor de la Ley de Infancia en 2015, los hijos de víctimas de violencia de género no eran reconocidos como víctimas. Durante sus años de calvario, Patricia echó en falta esa protección institucional. «A los menores no se les protege lo suficiente ni en la manera en que se debería de hacer», afirma. E insiste en que si un menor asegura que le están pegando, lo principal es escuchar y, antes de «dar por sentado que miente», comprobar si realmente es verdad o no.

Por otro parte, echa de menos más formación de los profesionales en el ámbito de la violencia de género y pide que se forme también a los profesores, que aprendan a detectar ellos mismos esas situaciones porque «pueden ser un muy buen apoyo para los niños».

Hace un año publicó su biografía, ‘Ya no tengo miedo’ (Ed. Club Universitario) que aspira a dar voz a quienes dice, no tienen ninguna: Los hijos de las víctimas de violencia de género, que padecen el maltrato en sus casas y la batalla judicial de sus madres. Desde entonces no ha parado de dar charlas en instituciones sobre la violencia de género y el papel de los menores. Además, abrió una página de Facebook con el mismo título del libro donde recibe numerosos mensajes de menores que están pasando por lo mismo que ella o de «madres que no saben qué hacer», explica. «A todos los niños que se ponen en contacto conmigo les digo que no tengan miedo, que digan lo que les está pasando y que reivindiquen su derecho a ser escuchados», añade.

¿Su sueño? Poder dedicarse por completo a su libro, a seguir ayudando a los niños y a utilizar su carrera «para dar voz y denunciar este tipo de injusticias sociales que es lo que a mí me mueve», concluye.

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