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martes, 19 marzo 2024
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Rosa Montero aúna en un libro 40 años de entrevistas: «No creo que haga más, ahora tengo otras prioridades como leer»

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La escritora y periodista Rosa Montero ha confesado que no cree que haga más entrevistas durante el resto de su vida porque consumen «mucha energía» y ahora tiene otras prioridades como leer. Así lo ha asegurado este martes 26 de marzo durante la presentación de su libro ‘El arte de la entrevista. 40 años de preguntas y respuestas’ (Debate).

«Cuando fui a escribir el prólogo me di cuenta de que era un libro definitivo para mí porque ya no estoy haciendo entrevistas y no creo que haga más. Es un libro de mi vida, de la vida de todos porque son 40 años de entrevistas y ves cómo va cambiando España, la realidad, la manera de entendernos», ha explicado Montero en un encuentro con la prensa en el Café Comercial de Madrid.

Aunque hizo una excepción con Malala, no cree que haga más porque las entrevistas exigen «un trabajo ímprobo». «Te lleva muchísima energía, muchísimo pensamiento, no me queda tanto tiempo, prefiero emplearlo en otra cosa, si uno fuera eterno pues a lo mejor sí, pero ahora tengo otras prioridades, entre otras, hasta leer simplemente. Tengo varios miles de libros en mi casa y muchísimos ya no los voy a leer en mi vida, me da una pena horrorosa», ha comentado.

Montero ha lamentado que en la actualidad en los periódicos se da menos espacio a la entrevista que en la década de 1970 y 1980, cuando era un género «rey» de la prensa escrita. Ahora, reconoce que quizá se haya perdido «calma mental» para zambullirse en una entrevista larga.

PÉRDIDA DE CONCENTRACIÓN CON LOS SMARTPHONES

Por una parte, la escritora achaca esta «pérdida de capacidad de concentración» a los teléfonos inteligentes. «Los últimos estudios demuestran que nos pasamos 4 ó 5 horas al día con los smartphones con 80 conexiones de media. Es terrorífico lo que eso nos está haciendo en la cabeza. Yo que siempre he tenido mucha capacidad de concentración, noto que la he perdido, en cerebros jóvenes puede ser tremendo. Y eso se nota en que hemos perdido la paciencia necesaria para leer piezas más largas», opina.

Para Montero, las entrevistas del pasado son «como un espejo en el tiempo» que «te lleva a otra realidad», que te recuerda quién eras. «He experimentado una sensación de vértigo tan grande como coger un pedazo de la vida», ha expresado.

Así, ha recordado algunas anécdotas como una entrevista a Pedro Almodóvar. «Describí su casa como horrorosa, sin armarios, espantosa. Pero me puse a pensar que cuando le entrevisté, yo no tenía sofá en mi casa porque me parecía burgués. Tenía un futón que se enrollaba en el suelo y con 31 años compré mi primer sofá por razones médicas. Hemos cambiado tanto, uno no se acuerda de quién era», confiesa.

También ha rememorado otras entrevistas con las que se ha quedado «helada» al releerlas años después porque reflejan «el paso del tiempo», como la que hizo a Tina Turner, en la que se asombra de «lo guapa y juvenil que parece con lo mayor que es» cuando, en realidad, tenía 50 años. «La conciencia de la edad ha cambiado de manera radical, ahora decimos que los 40 son los nuevos 30», ha subrayado.

Montero ha relatado sus inicios en El País cuando la estructura de las piezas periodísticas era «muy rígida». Para las entrevistas le pedían una entradilla informativa seguida de pregunta-respuesta. Si bien, la periodista prefería más libertad a la hora de redactar la entrevista que define como «un trayecto emocional de intensidad».

Sobre las enseñanzas que extrae de todas las entrevistas que ha realizado, la escritora destaca la «humildad». «Llegas con una entrevista que te parece ‘la leche’ con 16 páginas y te dicen que tienes que reducir y lo reduces desesperada; y después te dicen que ha entrado una página de publicidad y que tienes que recortar. Finalmente, la tiras desesperada y, si hay un buen editor luego la lees y ha mejorado», ha afirmado.

LA ENTREVISTA MÁS DESAGRADABLE, A ARAFAT

La entrevista más «desagradable» fue para Montero la que hizo al que fue líder de la Organización para la Liberación de Palestina Yasir Arafat. La periodista y escritora recuerda que tuvo lugar en Túnez donde tuvo que esperar más de una semana recluida en un hotel para finalmente sentarse frente a su entrevistado. «Te encuentras a un tipo falso, correoso, que contesta otra cosa, que no hace más que soltar doctrina y te echa en cuanto le insistes. Todo en un ambiente terrible en aquellos búnker con fanáticos», ha descrito.

Por su parte, aquellas de las que guarda mejor recuerdo son las de Muhammad Yunus, el banquero indio creador de los microcréditos, de quien ha destacado su «modestia e inteligencia»; y la «más emocionante», la que realizó a Paul McCartney cuando él tenía unos 50 años y vivía con su mujer Linda en Sussex, Reino Unido.

La entrevista que se le ha quedado en el tintero es, según añade, la del exsecretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov. «Me parecía un personaje como de tragedia griega, entonces no estaba claro si realmente quería desmantelar la URSS o se le estaba cayendo. Tras un año intentando conseguir la entrevista, me dijeron que sí en la embajada y se la hizo Juan Luis Cebrián», ha recordado.

Con su experiencia, Montero ofrece algunos consejos a la hora de enfrentarse a una entrevista como estudiársela bien para después poder mantener un diálogo con el personaje o enfriar las emociones para no dejarse llevar ni por el «embelesamiento» ni por un «mal momento». También advierte de que «la objetividad absoluta no existe» pero invita a alejarse de la «mentira consciente» y a tener «un cuidado exquisito por no tergiversar» las respuestas.

EMPATÍA Y DISTANCIA CON EL ENTREVISTADO

Precisamente, ha comentado que tiene una amiga psicoanalista y que coinciden en que una entrevista se parece a las sesiones de psicoanálisis en las que uno tiene que «mantener la distancia». «Cuando un entrevistado se cabrea está dejando entrever su interior, yo he intentado mantener mi cara de piedra pero por dentro estaba dando palmas, no me he sentido agredida sino beneficiada por esa ruptura del personaje», ha explicado.

Si bien, ha precisado que su vía preferida para realizar las entrevistas no es tanto el debate o la discusión como la «empatía». «Si tienes genuina curiosidad por el personaje, él lo percibe y se abre. De repente, cuando la empatía funciona, te dicen cosas que no le han dicho a nadie, llegan a un punto de intimidad», ha enfatizado.

En concreto, ha utilizado la metáfora del caracol cuando saca su cuerpo «blando y frágil» del caparazón. «Tú no quieres ni respirar, mantienes la cara neutra para que no se rompa eso que es como un ectoplasma», ha detallado.

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