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jueves, 28 marzo 2024
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La historia de Souleymane, un joven de Guinea: de ser rescatado por el Open Arms a cocinar en una residencia de mayores

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Souleymane, un joven de Guinea Conakry de 24 años, fue una de las 60 personas rescatadas frente a las costas de Libia por el barco humanitario Open Arms en verano de 2018. Tras desembarcar en España, fue acogido por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), y desde hace ocho meses trabaja en una residencia para mayores en Tarragona como ayudante de cocina.

Los centros y residencias de mayores han sufrido notablemente las consecuencias de la crisis sanitaria del nuevo coronavirus COVID-19, que ha provocado la declaración del Estado de Alarma. Así, Souleymane sabe que estos días son muy difíciles para los residentes, aunque en las instalaciones en las que él trabaja no se ha dado ningún caso positivo.

El joven, cuyo testimonio ha sido facilitado por CEAR, apunta que en los tiempos del coronavirus los mayores no solo le hacen sonreír, sino también olvidar los peores momentos de su pasado. «Estoy aquí con buena gente y ayudando a los mayores que me hacen sonreír», declara.

Él se marchó de Guinea Conakry en 2015 y, tras un recorrido en coches, autobuses y caminando, acabó en Libia. A finales de junio de 2018, junto a otras 59 personas, Souleymane se jugó la vida lanzándose al mar en una barca neumática huyendo de ese país para poder llegar a Europa.

A la deriva en el mar Mediterráneo, acudió a su rescate el buque Open Arms, de la ONG Proactiva Open Arms, que recibió la autorización del Gobierno de España liderado por Pedro Sánchez para desembarcar en el puerto de Barcelona, tras el veto de Italia y Malta de hacerlo en los suyos. Finalmente, el barco humanitario amarró en Barcelona el 4 de julio de 2018 y en agosto Souleymane fue acogido por CEAR en su centro de Reus (Tarragona) durante seis meses.

Tras más de un año y medio en España, Souleymane se siente agradecido de estar en primera línea de la lucha contra el coronavirus en el país donde ha podido cambiar el rumbo de su vida, tal y como relata.

En el centro de acogida de CEAR aprendió castellano y realizó los cursos que ahora le permiten tener un trabajo, como el de manipulador de alimentos y de productos fitosanitarios. «Veo mi futuro en España, con las personas que he conocido y que ahora son mis amigos y amigas», destaca.

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