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jueves, 28 marzo 2024
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Condenado a 8 años de prisión Mustafá Maya, líder de una célula yihadista que envió combatientes al Estado Islámico

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Maya y otros cuatro integrantes, penados con seis años de prisión, alcanzaron un acuerdo con la Fiscalía al reconocer los hechos.

La Audiencia Nacional ha condenado a hasta ocho años de prisión a los integrantes de una célula yihadista, entre ellos al líder de la misma, el español Mustafá Maya Amaya, dedicada desde 2012 a la captación y envío de combatientes desde Malí, Siria o Libia para su integración en organizaciones terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico (EI).

La Sección Tercera de la Sala de lo Penal ha dictado una sentencia en la que imponen a Maya Amaya a ocho años de prisión por un delito de pertenencia a organización terrorista en calidad de promotor y director. A otros cuatro miembros –Paul Audren Lawrence Cadic, Sylvain Bertrand Guillaume Decker, Farid Cheikh y Davide de Angelis– se les ha condenado a seis años de cárcel por estos mismos delitos.

A todos ellos se les ha aplicado la atenuante de confesión, ya que reconocieron los hechos durante el juicio. Alcanzaron un acuerdo de conformidad con la Fiscalía, que inicialmente solicitaba entre ocho y 14 años de prisión.

Durante la vista oral, celebrada entre 11 y 13 de diciembre de 2017, el propio Maya Amaya –de ascendencia gitana que se convirtió al Islam– confirmó que dio «información» a través de redes sociales a una cifra «exagerada» de personas que «querían trabajar, que querían buscarse una vida» o que querían «aprender el Corán» para después hacer la yihad. Apuntó que él no sabía concretamente en qué grupos yihadistas iban a ser integrados.

Los acusados condenados a seis años de prisión reconocieron ante el tribunal presidido por el magistrado Alfonso Guevara que ellos esperaban en casa hasta que Maya Amaya les daba instrucciones de cómo realizar sus respectivos viajes. Negaron haber participado en las labores de captación de voluntarios.

CONDENADO POR COLABORACIÓN

Por otro lado, el tribunal ha condenado a cinco años y medio de prisión por colaboración con organización terrorista a Chafik Jalel Ben Amara Elmedjeri. Fue el único acusado que no llegó a ningún acuerdo con el fiscal, pues se desligó de cualquier vinculación con el líder de la célula y negó haber facilitado documentación falsa.

Precisamente, durante la vista oral fue preguntado por su participación en la falsificación de documentación francesa, ante los que se defendió diciendo que él viajaba a Francia a ver a su familia y a comercializar «la paella ambulante».

La sentencia, con fecha del pasado 18 de enero, destaca que se trata de «una de las mayores redes de captación y envío de radicales para su incorporación a organizaciones terroristas de corte yihadista, insertadas en el movimiento e ideario de la ‘yihad global'». Una red que, según la Sala, ayudó a, al menos, una treintena de personas a llegar desde Malí, Siria o Libia para su integración en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), EI o Jabaht Al Nusra.

La resolución de la que ha sido ponente la magistrada Clara Eugenia Bayarri señala que los integrantes formaban parte de una organización se asentaban en España, Bélgica, Luxemburgo, Turquía, Túnez, Libia, Mali, Francia y Marruecos desarrollando distintas funciones como captadores, falsificadores, financiadores, facilitadores, pasadores y receptores de nuevos combatientes.

«LÍDER Y DINAMIZADOR»

La Sala explica que Maya Amaya fue el «líder y dinamizador» de la célula y quien se mantenía la «permanente comunicación con musulmanes europeos, asentados principalmente en Francia, a los que captaba por Internet para su desplazamiento a las zonas de actuación de las citadas organizaciones terroristas».

«La función de Maya Amaya era esencial para los fines de la organización, toda vez que, una vez efectuada la captación por Internet, ponía en contacto a los nuevos voluntarios con los ‘facilitadores’ y, a su vez, éstos con los ‘pasadores’, conforme a las funciones señaladas anteriormente», afirma la Sala.

El líder también asesoraba acerca de los medios de transporte a emplear, rutas, equipamiento, forma de eludir los controles policiales y fronteras. Para ello, actuó de forma concertada con otros individuos formando un «complejo entramado de contactos que actuaba en la red y que se relacionaba de forma virtual», añade la sentencia.

ESTRUCTURA DE LA CÉLULA

En cuanto a la estructura de la célula, la sentencia relata que existían «tres círculos». El primero, dirigido por Amaya, cuyos miembros desarrollaban las funciones de adoctrinamiento y captación de voluntarios, así como de facilitación de la información y de los medios para el traslado y la incorporación a las distintas organizaciones terroristas.

Un segundo estamento integrado por los miembros que dan apoyo al anterior, y en el que se encontrarían los otros cuatro acusados que reconocieron los hechos. Y un último «círculo» que se dedicaba al desarrollo de las distintas funciones específicas relativas al desplazamiento y a la integración material en cada entramado terrorista.

La sentencia subraya que en este tercer «círculo» se encuentran los más de 30 personas a los que la organización «reconoce haber captado, reclutado y enviado a zonas de conflicto para su material integración en grupos terroristas yihadistas».

ADAPTACIÓN A LAS NECESIDADES DEL MOMENTO

Los magistrados hacen hincapié en que la red se ha ido adaptando según las «necesidades impuestas por las circunstancias del momento» y que el envío de voluntarios a las organizaciones terroristas dependían de la capacidad operativa que tuvieran las mismas o de las dificultades para el desplazamiento hasta ellas.

Por último, en el caso de Ben Amara Elmedjeri, condenado por colaboración, la Sección Tercera considera que era la persona a la que el líder de la célula acudía cuando necesitaba documentación falsa para facilitársela a los voluntarios que querían enrolarse en las organizaciones yihadista. Precisa la sentencia que no consta que este acusado participase de «forma estable» con la organización de Maya Amaya.

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