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viernes, 19 abril 2024
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El Forense que examinó a Ada Otuya no cree que Aguilar la sometiera a «sufrimiento inhumano» para asesinarla

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Los restos mortales de Yenny Rebollo, en los que se apreciaba rotura de huesos, presentaban una «contusión directa importante»

. El médico forense Alberto Garai Azkona, que atendió a Ada Otuya en el Hospital de Basurto el 2 de junio de 2013, tras ser encontrada sin pulso, golpeada y ensangrentada en el gimnasio del acusado, Juan Carlos Aguilar, no cree que éste la sometiera a un «sufrimiento excesivo o inhumano» para proceder a asesinarla.

Además, considera que los restos de Yenny Rebollo, en los que se apreció rotura de huesos, dejan ver la existencia de una «contusión directa importante».

Durante la tercera sesión del juicio que se sigue en el Palacio de Justicia contra el denominado ‘falso monje saholin’, en la que se han expuesto las pruebas periciales, Garai ha manifestado que cuando la joven nigeriana llegó al centro hospitalario presentaba los ojos «rojos de sangre propia de la asfixia» y en el cuello «un surco profundo» causado por «una especie de cable» que le habían colocado por detrás.

El médico forense ha añadido que la víctima sufría «hinchazon frontotemporal por contusion directa» en el pómulo, causada por un golpe, y herida en un labio que precisó de cinco puntos. Las lesiones, según ha explicado, pudieron deberse a «un puñetazo, un patadón o a que la cogieran por detrás y la estamparan contra una mesa»

Sin embargo, ha llamado la atención sobre el hecho de que la joven fuera de «complexión fuerte» por lo que a Aguilar le habría costado reducirla».

Garai no cree que el encausado sometiera a Ada Otuya a «un «sufrimiento excesivo» ni «inhumano» para «asesinarla» y ha manifestado que las lesiones «corresponden a los golpes para la inmovilización», algo que «sabiendo artes marciales, le costaría menos», por lo que la asfixia tardaría unos minutos.

JENNY REBOLLO

El médico, que que se encargó de levantar los restos del cadáver de la segunda víctima, Yenny Rebollo, hallados el mismo día en el gimnasio, ha indicado que éstos se encontraban distribuidos en bolsas, descuartizados. Para ello, el autor podía haber utilizado rotaflex o serrucho. A su juicio, «se puso mucho interés en limpiar los huesos de la carne». Los muebles del lugar, según ha precisado, se encontraban tirados «como si se hubiera producido una pelea».

Para Garai, los restos de la víctima de origen colombiano, dejan ver la existencia de una «contusión directa importante» por una «rotura de huesos».

Otros forenses que examinaron los restos consideran que la joven sufrió lesiones mientras se encontraba con vida, por las hemorragias que se aprecian en diversas zonas del cuerpo.

Juan Carlos Aguilar, el ‘falso monje Shaolín’, de 49 años de edad, acusado de asesinar a Yenny Sofía Rebollo y a Maureen Ada Otuya en Bilbao en mayo y junio de 2013, respectivamente, está siendo juzgado desde el pasado viernes en la Audiencia Provincial de Bizkaia, y se enfrenta a acusaciones de entre 40 y 45 años de cárcel.

Aguilar fue detenido el 2 de junio de 2013 por la Ertzaintza, alertada por una vecina de la calle Máximo Agirre, que había visto a una mujer pidiendo auxilio en la puerta del gimnasio propiedad del ‘falso monje Shaolín’. El acusado encontró en un cubículo del interior del local a la víctima inconsciente a causa de los golpes a los que había sido sometida y al acusado con las manos ensangrentadas.

La mujer, Mareen Ada Otuya, de 29 años y natural de Nigeria, que había estado atada con unas bridas, fue trasladada al Hospital en estado de coma, donde falleció el 5 de junio. Durante la investigación, los agentes encontraron en el gimnasio y en domicilio del procesado de la calle Iturriza el cadáver descuartizado de otra víctima, Yenny Sofía Rebollo, colombiana de 40 años.

La Fiscalía solicita 20 años por cada uno de los delitos de asesinato con alevosía, y el pago a los familiares de las víctimas de un total de 286.000 euros. Por su parte, la acusación popular, ejercida por Clara Campoamor, pide que se imponga a Aguilar 20 años de cárcel por el asesinato con alevosía de Yenny Sofía Rebollo y 25 por el de Maureen Ada Otuya con las agravantes de alevosía y ensañamiento. En el caso de la primera, no ha solicitado pena por ensañamiento al desconocerse buena parte de las circunstancias en las que se produjo el crimen.

Un abogado de la Asociación Clara Campoamor también representa a la familia de Ada Otuya. El letrado de la acusación particular reclama 25 años de prisión por asesinato con alevosía y ensañamiento, y el pago de 252.000 euros para los padres y los hermanos de la joven nigeriana.

La defensa de la familia de Yenny Rebollo solicita 20 años de cárcel por asesinato agravado con alevosía y una indemnización de un total de 212.000 euros para el hijo, el padre y la madre de la víctima.

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