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viernes, 19 abril 2024
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Uno de los guardias civiles que salvó a un bebé en Mejorada: «Ese día se venció a la muerte gracias todos»

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Carlos Rodríguez y Andrés Moyano, los guardias civiles que salvaron de la muerte a un bebé abandonado en un contenedor soterrado de Mejorada del Campo, han relatado este jueves su heroicidad y los momentos de angustia que vivieron hasta que llegaron al Hospital de Coslada.

«Ese día se venció a la muerte gracias todos». Así lo ha afirmado el guardia civil Ándres Moyano, quien condujo el vehículo de la Benemérita que trasladó al bebé al tiempo que su compañero Carlos Rodríguez le reanimaba al quedarlo «un hilo de vida».

Ambos han querido recordar la emoción vivida el 15 de julio de 2015 ante los periodistas congregados a las puertas de la Audiencia Provincial de Madrid. Lo han hecho tras declarar en el juicio que se celebra contra la madre, quien ha mostrado al tribunal su arrepentimiento.

Rodríguez ha narrado que estuvieron 25 minutos desde que llegaron al lugar donde Catalina D. arrojó a su bebé. Se trata de un contenedor soterrado ubicado en la localidad de Mejorada del Campo. Necesitaron la ayuda de una grúa para extraer las numerosas bolsas de basura que estaban por encima de la que contenía al pequeño, de menos de un mes de vida.

«Durante diez minutos estuvo llorando y luego su llanto se iba apagando. Cuando sacamos las bolsas, ya no lloraba. Una de ellas presentaba síntomas de que podría estar en el interior. La rasgamos y se veía una manita de bebé. Tenía un hilo de vida. Movía la boca y tenía los ojos abiertos», ha relatado.

Tras ello, salieron corriendo para coger el coche e ir al hospital. Los cinco minutos que tardaron fueron eternos. Yo estaba detrás reanimando al niño y mi compañero conduciendo.

«Parecía que estaba en Ávila. Estaba viendo cómo se apagaba su vida y no podía hacer nada. La suerte quiso que lo encontrar amos en el último momento. Rompió a llorar y nosotros con él. No reaccionaba al principio, pensé que se moría. Llegamos a tiempo al hospital», ha dicho.

Además, ha querido destacar que el niño había sido arrojado a un contenedor de 2 metros de altura y soterrado, con lo que la madre «buscaba que no sobreviviera en esa situación». «Eso era gravísimo», ha aseverado.

Su compañero ha indicado que cuando llegaron al hospital y les dijeron que el pequeño sobreviviría, se fundieron en un abrazo y rompieron a llorar.

«Cada minuto contó para poder salvar su vida. Es emocionante. Nos acordamos un par de veces al mes de la angustia e impotencia que vivimos. Tenemos fe de que está en buenas manos y estaremos encantados de volverlo a ver cuando se pueda», ha agregado.

Moyano quiso entonces que su hazaña quedara perpetuada en su piel y se realizó un tatuaje que da constancia de que «ese día se venció a la muerte gracias a la colaboración de compañeros, médicos y otras personas».

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