15.3 C
Madrid
jueves, 28 marzo 2024
Array

‘Alegría’, una novela sobre violencia de género que defiende que «las víctimas no tiene que ser ejemplares»

MÁS INFORMACIÓN

El autor señala que los hombres deben reconocer que, en distintas escalas, consciente o inconscientemente, ejercen esta violencia.

Alegría es una chica de Badajoz de 16 años. Va al instituto y pasa buenos ratos con su amiga Selene. También trabaja en un pub por las noches y está enamorada de Mario. Él cree que ella es muy inteligente, pero no quiere que siga estudiando por que, le dice, él le dará una buena vida y no necesitará trabajar.

Alegría es la protagonista de una novela que lleva su nombre, escrita por Miguel Ángel Carmona del Barco, y que ha salido este lunes a la venta.

La historia de Alegría es como la de muchas otras chicas de su edad y como la de muchas que han sido víctimas de violencia de género en el país. De hecho, Carmona escribe este libro después de entrevistarse con algunas de estas mujeres, muchas de ellas, ha explicado el escritor a Europa Press, con órdenes de alejamiento en vigor.

«Llevaban años o meses recorriendo los distintos departamentos de la administración en los que deben repetir, una y otra vez, su historia, pero siempre de una manera finalista, siempre con un objetivo y, por lo tanto, siempre de forma fragmentada», explica Carmona del Barco.

En sus encuentros, por el contrario, la historia siempre empezaba con una pregunta sobre cómo era la casa en la que se criaron. Para el escritor era «crucial crear un espacio en el que todo lo que ellas quisieran contar se convirtiese, automáticamente, en relevante, sólo por el mero hecho de que lo recordasen y lo seleccionasen».

UN LIBRO «PURAMENTE DE FICCIÓN»

Pero, a pesar del trabajo de estudio de Carmona del Barco, que también se ha entrevistado para esta novela con trabajadoras sociales, juezas de violencia de género, policías de seguimiento y orientadoras escolares y, ha confesado, se ha leído «todo lo que caía» en sus manos sobre violencia de género, violación, maltrato infantil y trastorno narcisista, ‘Alegría’ es un libro «puramente de ficción».

A su juicio, no es «una mezcla, ni una reordenación de aquellas historias» que le trasladaron las víctimas, sino «algo completamente nuevo y distinto» en lo que, eso sí, espera que se «reconozcan», las mujeres de las entrevistas y también «el resto de mujeres que alguna vez han sufrido cualquier tipo de maltrato».

En ‘Alegría’, de hecho, se reflejan distintas formas de violencia contra las mujeres. También se puede analizar muy bien cómo influye en las víctimas el entorno familiar y social.

LA INCOMPRENSIÓN COMO ESCUDO

«Creo que una reacción natural y muy extendida, cuando conocemos por los medios o la propia experiencia personal algún caso de violencia de género, es el preguntarnos por qué, cómo puede ser», apunta el escritor. A su juicio, «la mayor parte de las veces», esa pregunta «se queda ahí» porque «la incomprensión» hace de «escudo».

Carmona del Barco reconoce que no sabe de datos, ni estadísticas, ni de políticas, pero señala que su «campo de acción» es la intimidad de sus personajes. Así, señala ha profundizado en cómo se gestó la relación de maltrato entre Alegría y Mario e «intentado escribir» una novela que lleve al lector de la mano, «desde la primera página hasta la última».

«Por supuesto, no haría esto si no creyera que, a partir de lo particular, cada lector, cada lectora, puede extraer su propio conocimiento y trasponerlo a su vida, a su experiencia. Esa es, al menos, una de las funciones de la literatura, del arte en general», ha declarado.

EL PAPEL DE LOS HOMBRES

Por otra parte, y preguntado por el papel de que deben tener los hombres en la lucha contra la violencia de género, el autor de ‘Alegría’ ha explicado que su labor «debe empezar» por «dejar de ejercer violencia contra las mujeres» y, a partir de ahí, «empezar a hablar sobre alianzas sobre un mundo entre iguales».

Y es que, a su juicio, «lo primero» que deben «hacer los hombres» es «reconocer que, en distintas escalas, consciente o inconscientemente», ejercen «violencia contra las mujeres». En este sentido, recuerda que hay violencia institucional, laboral, obstétrica; en la forma de expresarse ante un auditorio o en un grupo de amigos; o en la forma de ignorar las voces de mujeres porque no parecen suficientemente ‘carismáticas’ o ‘decididas’.

Carmona del Barco señala que, incluso, «hay una violencia arquitectónica en la construcción de las ciudades y el espacio público». «Y así podríamos seguir con una lista interminable porque el mundo a medida del hombre».

En su opinión, «el problema es que para entender esto hay que interesarse y leer» y se trata de «un proceso intelectual al que una parte de la sociedad no está, no ya digamos acostumbrada, sino ni siquiera dispuesta».

VÍCTIMAS EJEMPLARES

Carmona del Barco señala que los hombres y las mujeres se comportan «de acuerdo a patrones de conducta, esquemas de estímulos y respuestas, de castigos y recompensas, que no son fruto del azar, sino que se encuadran dentro de unas estructuras sociales y políticas, de poder, como absolutamente todo lo demás».

«Y uno puede haber tenido la suerte de haber sido educado en el respeto, en la idea de igualdad, en la lucha por el bien común pero, aún así, habrá sido educado siempre antes como hombre o como mujer. Y en esa dicotomía primigenia están emboscados los privilegios que no nos reconocemos porque ni siquiera nos los planteamos como tales», ha señalado.

Pero, el principal mensaje de Carmona del Barco con esta novela, según ha explicado, es que «las víctimas no tienen que ser ejemplares por el mero hecho de ser víctimas» y que «los verdugos no tienen por qué ser terribles villanos nacidos para hacer el mal».

A su juicio, «esa división entre malos y buenos, solo sirve para arrinconar a quienes se asigna el papel de inocente en un espacio tan estrecho que ni siquiera pueden defenderse, sin derecho a equivocarse, a rendirse, a devolver el daño». «Mientras tanto, al verdugo se libera de la presión social que supone el saber que los demás esperan de ti que hagas el bien: eres malo, ergo, qué vas a hacer si no el mal», ha explicado.

El autor señala que «las víctimas son víctimas» y «no tienen porqué ser madres maravillosas y abnegadas, y ser capaces de trabajar quince horas y además tratar con innata dulzura sus hijos, guiarlos por el buen camino, superarse constantemente, levantarse cada vez que se caen». «Tampoco les tienen por qué caer bien a todo el mundo», señala.

«Creo que es fundamental, para posibilitar su recuperación, que dejemos de exigirles un nivel de virtud absolutamente desproporcionado e injusto, simplemente por esa concepción también tan hollywoodiense de que, las personas que sufren injustamente deben ser necesariamente buenas y lucir en medio de la oscuridad», ha concluido.

MÁS INFORMACIÓN

- Publicidad -
- Publicidad -

Última hora