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jueves, 28 marzo 2024
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Priorizar las bombas de calor abarataría el coste de los objetivos medioambientales del PNIEC, según Fedea

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Aboga por minimizar inversiones y subvenciones en aislamiento térmico.

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) aboga por reconsiderar los objetivos de aislamiento térmico de viviendas y de instalación de bombas de calor planteados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) debido a que si se priorizase la segunda alternativa se reducirían los costes para los consumidores derivados de la consecución de los objetivos medioambientales establecidos en la estrategia.

Así lo señala la organización en el estudio «Descarbonización a mínimo coste: un análisis de la cartera óptima de instrumentos», donde concluye que la opción de avanzar en la electrificación de los hogares con la sustitución de la calefacción a gas por bombas de calor es «mucho más eficiente» que la de conservar la calefacción por gas y reducir su consumo a través de medidas de aislamiento térmico.

Sin embargo, el PNIEC prioriza las inversiones en el aislamiento térmico de los edificios frente a las mejoras en las instalaciones térmicas dado que estima que una reducción de la demanda de calefacción evita «el sobredimensionamiento» de los equipos de calefacción y climatización.

En concreto, el objetivo del plan es impulsar la instalación del aislamiento térmico en 1,2 millones de viviendas hasta 2030, una medida que se incluye en el apartado dedicado a la eficiencia energética en los edificios existentes del sector residencial y al que se van a destinar 5.509 millones de euros de apoyo público hasta 2030.

Esta financiación provendrá de fondos europeos estructurales y de inversión correspondientes al nuevo marco financiero y se prevé que lograrán movilizar inversiones por valor de 22.431 millones de euros hasta 2030, detalla el PNIEC.

Sin embargo, Fedea señala que para lograr que en 2050 se produzca un balance neto nulo de emisiones de gases de efecto invernadero es necesaria la «descarbonización total de los consumos energéticos de los hogares», lo cual «solo es posible» mediante la electrificación de los mismos.

«Esto significa, en primer lugar, que el aislamiento térmico de edificios no evitará tener que instalar bombas de calor. Por ello, en la medida en que se invierta (y se subvencionen) soluciones de corto plazo que no favorecen la descarbonización total del consumo energético en el largo plazo (como las inversiones y subvenciones para la renovación de las calderas de gas), esas inversiones (y subvenciones) van a encarecer la transición energética de los hogares», destaca el estudio.

Asimismo, la institución considera que el análisis de la rentabilidad del aislamiento térmico no debe hacerse teniendo en cuenta únicamente el actual sistema de calefacción de las viviendas, sino atendiendo a que en el medio plazo los hogares «deberán disponer necesariamente de bombas de calor», lo cual reducirá sustancialmente el consumo y el ahorro que se obtendrá por el aislamiento.

Fedea matiza que para llevar a cabo su análisis ha tomado en consideración las bombas de calor de tipo aire-aire, dado que el coste de las de aire-agua (suelo radiante) resulta «prohibitivo» a menos que se efectúe en el contexto de viviendas nuevas o grandes reformas.

En esa línea, considera que sería conveniente que el PNIEC estableciese la exigencia de la preinstalación de suelos radiantes con bomba de calor en las nuevas viviendas o en las grandes reformas para llegar a 2050 con un «parque de viviendas adaptado» que «permita cubrir las necesidades de calor de los hogares sin emisiones y sin comprometer el confort» de sus habitantes.

USO DE LOS FONDOS PARA CREAR EMPLEO

Entre las conclusiones del estudio de Fedea también se recoge que los fondos europeos destinados a la lucha contra el cambio climático no deben usarse con el objetivo de crear empleo porque, en su opinión, eso reduciría «la efectividad de las políticas» medioambientales y requeriría disponer de más financiación para cumplir con los objetivos.

«Ese incremento en los costes, supuestamente para la lucha contra el cambio climático, corre el riesgo de provocar un rechazo social que podría poner en riesgo el cumplimiento de los objetivos», reflexiona la organización.

De hecho, en el PNIEC se estima un aumento neto en el empleo de entre 253.000 y 348.000 personas por año de aquí a 2030 debido a la aplicación de la estrategia.

Sin embargo, el estudio considera que, «siendo deseable ese efecto tractor, las consideraciones sobre el empleo (y su calidad) no deben ser el objetivo de las políticas de descarbonización».

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