El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez ha sido despedido con toque de oración, una salva de ordenanza y una cerrada ovación en la Plaza de Cibeles de Madrid, antes de ser trasladado a la catedral de Avila, donde recibirá sepultura.
Los ciudadanos que se han congregado en los alrededores para dar su último adiós a Suárez, algunos de ellos con lágrimas en los ojos, han roto en aplausos tras escuchar los disparos de los fusiles y el toque de oración por parte de una compañía del Ejército de Tierra del Inmemorial del Rey.
Tras tres cuartos de hora de recorrido por el Paseo del Prado, la compañía del Ejército de Tierra que abría el cortejo fúnebre ha dado la vuelta a la Plaza de Cibeles, adornada con una pancarta con la bandera española y el lema «Gracias, presidente», y ha acabado desfilando ante el féretro mientras sonaba una marcha militar. «Suárez ha muerto, la Transición, no», rezaba otro cartel.
El acto ha concluido con el traslado del féretro hasta el coche fúnebre, momento en que los ciudadanos han vuelto a prorrumpir en aplausos. La multitud no sólo rodeaba la Plaza de Cibeles, sino que se prolongaba a ambos lados de Alcalá y hasta la confluencia con Gran Vía.
En el mismo vehículo fúnebre, las condecoraciones recibidas por Suárez, las máximas que puede obtener un español: el Toisón de oro que le otorgó el Rey en 2007 y el Collar de a Real Orden de Carlos III que le concedió el Gobierno este lunes.
A continuación, la familia del Duque de Suárez se ha montado en varios vehículos mientras escuchaban los aplausos de agradecimiento de los ciudadanos.
También algunas autoridades, entre ellas el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se han subido a los coches con destino a Ávila, donde se procederá al entierro.