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jueves, 28 marzo 2024
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Raffaela Vicenti, primera mujer en la Secretaría General de la Biblioteca Apostólica vaticana: «No soy una rara avis»

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Raffaela Vicenti es la primera mujer que ocupa la Secretaría General de la Biblioteca Apostólica del Vaticano, Raffaela Vincenti, desde el pasado mes de junio, no cree en las «cuotas rosas», al tiempo que asegura que en la institución no hay diferencias de género. «No soy una rara avis», resalta en una entrevista con Europa Press.

El Papa nombró el pasado 12 de junio a Vicenti para el cargo, que ya ejercía de forma interina. La experta ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en la Biblioteca Apostólica Vaticana, una de las más antiguas del mundo y que custodia una muy importante colección de textos históricos. El Papa Nicolás V la fundó en 1448 reuniendo unos 350 códices griegos, latinos y hebreos heredados de sus antecesores con sus propias adquisiciones, entre las que estaban varios manuscritos de la biblioteca imperial de Constantinopla.

«Me siento una privilegiada. Vivo en un contexto laboral donde no existen las diferencias de género. Aquí lo primero que se valoran son las competencias y capacidades. Tanto el prefecto actual, monseñor Pasini, como el anterior, han tenido una especial sensibilidad hacia las mujeres, porque han reconocido sus competencias», asegura.

En este sentido, subraya que su ejemplo no es una excepción ya que «en la Historia de la Biblioteca son muchas las mujeres han ocupado un cargo en puestos de dirección».

Vincenti, qué llegó a la Biblioteca Apostólica del Vaticano en 2007 como responsable de la sección de compras, asegura que la Biblioteca es «una de las instituciones del Vaticano donde siempre ha existido este reconocimiento de las competencias sin mirar el género».

«No soy una rara avis. Hay una economista que es mujer; una responsable del laboratorio de restauración de libros que es mujer o una jefa del departamento del gabinete de numismática que es mujer», incide.

Asimismo, valora que el Pontífice tiene cierta sensibilidad para reconocer el trabajo de las mujeres, pero pide que no se interprete su confirmación como secretaria general de la Biblioteca Apostólica del Vaticano como un gesto para poner a las mujeres en evidencia. «No creo en las cuotas rosas. Creo que hay que reconocer las competencias más allá del género», insiste.

TRABAJO DURANTE LA PANDEMIA

La Biblioteca Apostólica, que reabrió sus puertas el pasado 1 de junio, ha estado funcionando durante la pandemia con las cautelas oportunas, como la entrada solo bajo cita previa o la obligación de usar guantes y mascarillas.

«Hemos tomado todas las cautelas que la emergencia sanitaria ha puesto. Por ejemplo, hemos reducido los horarios de las salas de estudio, hemos impuesto la obligación de reservar previamente para garantizar la limitación del aforo y dentro de la Biblioteca deben usarse guantes y mascarillas; así como la obligación de firmar una declaración que asegure que no se tienen problemas de salud», asegura Vincenti.

La institución atesora uno de los compendios editoriales más importantes del mundo, con 82.000 manuscritos y 1,6 millones de libros impresos, de los que más de 8.000 son incunables. El Prefecto es Cesare Pasini, que coordina junto al cardenal bibliotecario, José Tolentino de Mendonça, la jefatura de la institución.

Vincenti manifiesta que durante el confinamiento, que impuso el cierre total a principios de marzo bajo las disposiciones del Gobierno italiano, «el trabajo ligado al estudio y la investigación ha continuado haciendo desde remoto». «Lo único que no hemos podido hacer es el trabajo que requiere presencia en la sala», remacha, al tiempo que evidencia que el proceso de digitalización de los libros también ha avanzado.

Otra de las medidas que se han puesto en práctica es la plastificación de mesas y sillas para poder aplicar mejor la desinfección de esas zonas. «Tenemos muebles que forman parte del patrimonio artístico del Vaticano, muy antiguos, y proceder a su higienización era complicado», ha precisado.

La experta en Biblioteconomía también revela que las colecciones de la Biblioteca «están especializadas en el ámbito humanístico» de manera que los textos teológicos no son lo fundamental. «Hay muchas biblias y textos sagrados, pero es una Biblioteca de bibliotecas. Ha fagocitado otras bibliotecas por entero por ejemplo la colección de Cristina de Suecia. Estamos focalizados en la materia humanística», incide.

De hecho, la Biblioteca Apostólica del Vaticano custodia un manuscrito con las ilustraciones de Sandro Botticelli a la ‘Divina Comedia’; el único ejemplar casi completo que ha llegado hasta nuestros días de ‘La República’ de Cicerón; un manuscrito de la ‘Ética’ de Spinoza o el cancionero autógrafo del poeta Francesco Petrarca siglo XIV.

En este sentido, aclara también que «ante todo» son una biblioteca centrada en la investigación. «Nuestra función no es hacer acopio de los documentos que se publican en el Vaticano; al final nos acaban llegando, pero la mayoría de las investigaciones son de cariz humanística», subraya.

Actualmente, reciben unos 1.300-1.400 estudiosos por año, un número mucho menor que hace diez años. Vincenti asegura a su vez que la Biblioteca está abierta a todo el mundo, «sin límites de raza o credo». «El filtro para acceder está condicionado a la competencia académica del investigador», refiere.

Finalmente, subraya que no hay «libros prohibidos» que quieran esconderse al saber general. Eso sí, los únicos que no se pueden consultar son aquellos que, por una cuestión de conservación, son demasiado delicados. «En estos casos, privilegiamos la consulta de la copia digital, aunque si la investigación así lo requiere, permitimos el acceso», concluye Vincenti.

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